jueves, 11 de abril de 2013

Escrache y el miedo a la libertad

Resulta patético ver a la casta dirigente, política, periodística y bancaria, haciendo un llamamiento a la calma y pidiendo respeto “a las reglas de juego democrático” ante las avalanchas de manifestaciones “escrache” ante domicilios de políticos y de partidos.
http://images.eldiario.es/politica/Gonzalez-Pons-PAH-algaradas-PSOE_EDIIMA20130321_0367_13.jpgEn un artículo anterior titulado “la violencia necesaria” apuntaba a que la actual política de distanciamiento entre la sociedad y la clase dirigente española acabaría con un enconamiento contra la casta dominante. El 15M, los indignados y, ahora, los escraches, no son más que manifestaciones de ese descontento popular. Otra cosa es que los manipuladores de turno intenten, a río revuelto, hacer suyos estos movimientos mediante la inoculación de “líderes” comunistas como Julio Anguita y Ana Colau, pero eso no deslegitima sus iniciativas como tampoco lo hace el que las ejerciten ante la puerta de la casa de quien les de la gana señalar como responsables de la situación actual. Si sólo lo hacen ante las puertas del PP se estarán equivocando, cómo lo corrobora la oposición manifestada por Felipe González cuyas barbas pone a remojo y buen recaudo. PP y PSOE son, junto con la banca y los poderes mediáticos, las cuatro patas de esta oligocracia que se siente coja y que pide a gritos su propia estabilidad a base de pedir el respeto a sus propias reglas. ¿Con que cara pueden pedir respeto “a las reglas del juego democrático” con 6 millones de parados, 10 millones de pobres,  dos millones de familias sin recurso alguno, con más de 200 mil ejecuciones hipotecarias y constantes desahucios? ¿No es un auténtico escrache fiscal  el sistema impositivo español, próximo a la confiscación, el que sufre la clase media mientras los banqueros y políticos lo tienen a buen recaudo en Suiza y paraísos fiscales? Y ¿por qué no hablamos de los escraches mediáticos a los que nos someten impunemente prensa, radio y televisión, como mamporreros de nuestra clase política corrupta?  ¿A qué reglas de juego se refieren?  Tal vez lo hagan respecto a las que sostienen este estado social en ruinas que va camino de liquidar la justicia, educación y sanidad pública y que ha hecho que los principios y derechos constitucionales al trabajo, a una vivienda digna y a unos servicios públicos eficaces sean, lisa y llanamente, mentira, pura demagogia barata y la expresión legal de una farsa que amenaza a un gran escrache popular.
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No se puede pedir sensatez, cordura, diálogo, moderación ni consenso y “respeto a las reglas del juego”  cuando sólo una parte cumple su compromiso.  ¿O es que lo políticos por el hecho de serlo también gozan de inmunidad absoluta para cumplir una ley de la que deberían ser los primeros custodios y obligados? ¡Qué bonito, hipócrita y deleznable es dar lecciones con el estómago lleno y con la mirada puesta en abultadas cuentas de resultados o en la confortable nómina que cobran a costa del endeudamiento general!
Las normas sólo valen si valen para todos. La clase política sigue cobrando y sigue sin conseguir hacer realidad las reglas del juego del estado social y democrático que, estas sí, apaciguarían las necesidades primarias, inquietudes colectivas y ambiciones legítimas de una sociedad que se siente burdamente engañada.
Alejar la expresión de ese descontento colectivo no hará otra cosa que enconar, más si cabe, las posiciones encontradas. Alejar a  300 metros al político de turno para que no oiga lo que sí o no se merece es, además de ilegal, un gravísimo error que agranda 300 metros más la gran brecha que divide al pueblo de la clase dirigente.
 

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